El ‘mobbing’ o acoso laboral, perjudica y atenta al empleado y la empresa, dice Carlos Rodríguez; el fenómeno se da tanto a nivel vertical (superior y subordinado) como horizontal (entre empleados).
Las empresas pierden capital humano, sufren de alta rotación de personal y ven afectada su productividad debido a una enfermedad social que atenta contra las personas y las empresas. Este mal, llamado mobbing, es también conocido como acoso psicológico laboral y psicoterror laboral.
En estudios realizados sobre el mobbing en Latinoamérica, conjuntamente por universidades en México, Chile y Venezuela, determinaron que lo sufren entre el 8 y el 12% de los trabajadores, sin dejar de considerar que los estudios también arrojan que aproximadamente el 55% viven de algún otro tipo de violencia laboral.
Si bien el mobbing se practica de forma descendente, es decir, del nivel jerárquico superior hacia abajo, ascendente, de los colaboradores hacia arriba y mixto, en esta ocasión me referiré al que se da entre compañeros, el mobbinghorizontal.
La perversidad de este mal es que surge desde que existe el poder y alguien más débil; a diferencia del conflicto y la violencia laboral, el mobbing se acompaña del deseo de destruir al acosado por temor y envidia a su talento o por ser diferente en ideas, físico, religión, inteligencia, creencias, preferencias sexuales, nacionalidad y todo tipo de diversidad que amenace al acosador.
Este fenómeno se vive en las empresas, debido a una cultura altamente competitiva y que sin prevenir las consecuencias, detonan la rivalidad, los celos, la envidia, el resentimiento y la frustración del acosador, quien elige a su víctima e inicia el proceso de destrucción lenta y silenciosa involucrando y manipulando a otros compañeros para asediar al elegido, en donde los que no hacen nada, también son cómplices del agresor, quien, haciendo uso de distintas estrategias, logra que el acosado dude de su propia capacidad, habilidades y competencias afectando de manera severa su autoestima, y por medio de la intriga y el chisme ve dañado su prestigio personal y profesional.
La víctima presenta síntomas de depresión, insomnio, bajo rendimiento, alteraciones de la conducta y enfermedades psicosomáticas, por no mencionar más. Los síntomas en la empresa se manifiestan en la pérdida de talento, alta rotación de personal, baja productividad y deterioro en el clima laboral. Todo esto sucede mientras la empresa ignora que el lugar que fue creado para construir, crear, formar y proporcionar seguridad a sus trabajadores, se ha convertido en un campo de batalla en donde la destrucción de la persona objeto de los temores del acosador, es lo más importante y una vez logrado su objetivo el acosador queda en espera de otra víctima para continuar su destructiva labor.
¿Qué es lo que pueden hacer las empresas y los trabajadores? Pues bien, lo más importante es reconocer que enfrentar este fenómeno es responsabilidad de todos, y aceptar que puede haberse instalado en la cultura organizacional, por lo que es necesario realizar un diagnóstico para detectar si existe mobbing y, si es el caso, llevar a cabo una intervención en la cultura organizacional desde la misión, visión y valores e incluir las conductas observables de los mismos para que se pueda medir a los líderes y colaboradores por sus actos y no sólo por sus resultados.
Para esto, es necesario que la organización considere a su capital humano como prioritario, es decir, que la cultura esté centrada en la persona y no sea visto como un instrumento más para el logro de los objetivos.
En mi experiencia personal y profesional apoyando a algunas empresas, he corroborado que privilegiar los valores del bien común y el respeto a la dignidad humana, han sido factores determinantes para crear conciencia en todos los colaboradores y que se hagan responsables del clima laboral, del desarrollo de ellos mismos y de sus compañeros conjuntamente con la empresa.
El reto para la organización y sus líderes es ser congruente con sus valores y lograr que sus colaboradores los vivan y confíen en la organización.
El mobbing no es un fenómeno de moda. Es una enfermedad social que ocasiona graves daños en las personas y las empresas. A pesar del perjuicio económico que causa, combatirla no es una estrategia de negocios, es un acto de respeto a la dignidad humana, así como de responsabilidad moral y social.
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